EL ESPEJO
Todo comenzó hace dos meses. Hice un movimiento mecánico, inconsciente y, sin querer, de reojo, percibí que mi imagen en el espejo del baño no realizó el mismo movimiento. Tal vez abrió el brazo más que yo o tardó una décima de segundo más; no lo sé, lo cierto es que fue distinto al que había hecho yo. Me volví rápidamente hacia el espejo y comencé a hacer mil morisquetas y movimientos que fueron devueltos con simétrica precisión. Me quedé varios minutos pensando, estaba casi seguro de que mi reflejo se había movido en forma diferente. Estuve varios días con esa idea en la cabeza. Hice las más variadas experiencias para tratar de comprobar lo que había visto: llegaba hasta el espejo con la luz apagada y la encendía de golpe para sorprender a mi otro yo con una expresión diferente a la mía; descolgaba el espejo del comedor y entraba al baño escondido tras él; ponía el despertador a las tres de la mañana e iba arrastrándome hasta el baño par...